ARTÍCULOS ESPECIALES

EL CUERPO PRÁNICO

Respiración y longevidad

Además de su influencia en la calidad de vida, el ritmo de la respiración también tiene una gran influencia en la longevidad. Los yoguis y rishis* de la antigüedad estudiaron la naturaleza con gran minuciosidad, y se dieron cuenta de que las especies animales con un ritmo de respiración lento, como las serpientes pitón, los elefantes y las tortugas, eran muy longevas, mientras que las especies con un ritmo de respiración rápido, como los pájaros, los perros y los conejos, tenían una vida mucho más corta.

A partir de esta observación, repararon en la importancia de la respiración lenta para aumentar la longevidad en los seres humanos. Aquellas personas que suelen respirar de forma rápida y superficial es probable que vivan menos años que aquellas que respiran lenta y profundamente. En el plano físico, esto es así porque la respiración está directamente relacionada con el sistema cardiovascular; la respiración lenta mantiene el corazón más oxigenado y en mejores condiciones, lo que contribuye a alargar la vida. La respiración profunda también incrementa la absorción de energía del pranamaya kosha, lo que aumenta el dinamismo, la vitalidad y el bienestar.

" La práctica del pranayama fortalece la salud del cuerpo porque elimina los bloqueos del pranamaya kosha, permitiendo una mejor absorción de prana."


El pranayama y la práctica espiritual

La práctica del pranayama fortalece la salud del cuerpo porque elimina los bloqueos del pranamaya kosha, permitiendo una mejor absorción de prana. Sin embargo, para la práctica espiritual, el aspirante también requiere paz mental. Con ese fin, muchas prácticas de pranayama utilizan kumbhaka (retención de la respiración), para establecer un control sobre el flujo de prana, que calma la mente y permite tomar distancia del proceso de pensamiento.

Cuando se ha conseguido calmar la mente, y el prana fluye libremente por los nadis* y los chakras, se abre la puerta a la evolución de la consciencia, lo que permite al aspirante adentrarse en dimensiones más profundas de la experiencia espiritual. En La ciencia del pranayama, Swami Sivananda escribe: «La respiración, las corrientes nerviosas y el control del prana, o fuerza vital, están estrechamente relacionados. El prana se vuelve visible en el plano físico como movimiento y acción, y en el plano mental como pensamiento. El pranayama es el medio a través del cual el yogui intenta tomar consciencia de la naturaleza cósmica en su propio cuerpo, y procura alcanzar la perfección adquiriendo los poderes del Universo».

Consejos generales para la práctica

En los textos tradicionales hay innumerables reglas y regulaciones con relación al pranayama. Los puntos fundamentales son la moderación en la práctica, y el sentido común con respecto al modo de pensar y vivir. Sin embargo, para aquellos que quieran realizar técnicas avanzadas de pranayama, es imprescindible la guía de un maestro o un profesor experimentado.

La respiración debe ser siempre por la nariz, no por la boca, a menos que el ejercicio lo requiera. Mantén siempre limpias las fosas nasales con jala neti*, especialmente antes de cada sesión. Durante la práctica, presta atención a las fosas nasales; al inhalar, las ventanas de la nariz deben expandirse y, con la exhalación, relajarse y volver a la posición normal.

El mejor momento es a primera hora de la mañana, cuando el cuerpo está fresco y la mente apenas ha recibido las impresiones diarias. Si no es posible, otro buen momento es después de la puesta de Sol; por lo que se refiere a los pranayamas tranquilizantes, es recomendable practicarlos antes de acostarse. Intenta practicar a la misma hora y en el mismo lugar todos los días; la regularidad en la práctica fortalece la voluntad y prepara el cuerpo para el aumento de fuerza pránica. Sin embargo, no tengas prisa, el desarrollo espiritual tiene que ser siempre lento y progresivo.

El lugar para la práctica debe ser tranquilo y agradable. Lo ideal es una habitación limpia y aireada, sin corrientes. En general, evita practicar al sol, pues podrías acalorarte; sólo es beneficioso al amanecer, cuando los rayos no calientan demasiado. Al contrario, practicar en un lugar con corrientes de aire, expuestos al viento, bajo un ventilador o un aparato de aire acondicionado puede alterar la temperatura corporal y provocar un resfriado.

La mejor postura es una asana de meditación, que sea cómoda y en la que puedas quedarte un rato largo, y que permita la respiración eficiente y la inmovilidad del cuerpo. Una de las mejores posturas es sidda yoni. El cuerpo tiene que estar tan relajado como sea posible, con la columna recta y la cabeza erguida. A fin de asegurar una óptima circulación de energía durante la práctica, lo mejor es que te sientes sobre una manta de fibras naturales.

En la secuencia de la práctica, el pranayama debe practicarse después de las asanas, y antes de la meditación. Después del pranayama, relájate en shavasana (postura del cadáver) durante unos minutos.

La ropa que lleves puesta tiene que ser holgada y cómoda, de tejidos naturales. Si hace frío o hay insectos, puedes envolverte con una sábana o una manta.

Dúchate o al menos lávate las manos, la cara y los pies antes de comenzar, pero es aconsejable esperar al menos media hora después de la práctica para tomar un baño, a fin de que la temperatura corporal se normalice.

La práctica debe realizarse con el estómago vacío, así que espera al menos tres o cuatro horas después de comer, porque de otro modo, el estómago ejerce tensión sobre el diafragma y los pulmones, dificultando la respiración completa y profunda.

La digestión puede variar durante los primeros días de práctica, y tal vez notes cierto estreñimiento o una reducción de la producción de orina. En este caso, baja el consumo de sal y especias, y bebe mucha más agua. Si, al contrario, tienes descomposición, deja la práctica y durante unos días haz una dieta de arroz y yogur.

Una dieta equilibrada que incluya proteínas, carbohidratos, grasas, vitaminas y minerales es la más recomendable para las prácticas de pranayama. No obstante, a medida que se vaya avanzando, es posible que se requiera un cambio en la alimentación, por lo que es aconsejable acudir a un maestro o profesor de yoga.

No fuerces tus propias capacidades en ningún momento, ni quieras ir demasiado de prisa. Recuerda que la relajación es la premisa fundamental, igual que en las asanas. Hay que seguir las instrucciones del profesor acerca del tiempo que hay que mantener una misma práctica, y es preferible consultarle antes de pasar a la fase siguiente. En cuanto a la retención de la respiración, sólo debe hacerse el tiempo que resulte cómodo; los pulmones son un órgano muy delicado, y un uso incorrecto podría provocar una lesión; no sólo el cuerpo físico, sino también los planos mental y emocional de la personalidad necesitan un tiempo para ajustarse.

En personas sanas, es posible que al comenzar aparezcan algunos síntomas, causados por el proceso de purificación y expulsión de toxinas, como una sensación de escozor, cosquilleo, calor, frío, ligereza o pesadez. Este tipo de efectos secundarios suelen ser temporales, pero si persisten, lo mejor es consultar al profesor de yoga.

Hay algunas contraindicaciones a tener en cuenta para la práctica del pranayama; en general, no hay que realizarla cuando se esté enfermo, excepto las técnicas más sencillas, como la consciencia de la respiración o la respiración abdominal en shavasana. A la hora de recurrir a las prácticas de pranayama con finalidad terapéutica, es aconsejable consultar al terapeuta o profesor de yoga.

Se desaconseja fumar tabaco o cannabis a los practicantes de pranayama.